viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Qué esperar de la nueva izquierda española?

La izquierda española ha vivido desde el 2004 hasta el 2016 un proceso de indefinición progresivo. Proceso que comienza con la primera legislatura de Zapatero y termina con la dimisión por podemización del Secretario General del Partido Socialista Obrero Español este mismo año. Así, en un primer momento el Gobierno socialista se dedicó a dos cuestiones; a saber, la ruptura de la unión nacional tratando de rescatar el manido tema de la Guerra Civil y la preocupación por proyectos ajenos al Estado, indefinidos en suma. Estamos pensando en la Alianza de Civilizaciones, el animalismo, ecologismo…Cuestiones no menores, pero que no son estrictamente políticas porque desbordan el marco del Estado, acaso por anacrónico en el tiempo de la globalización debieron pensar.

Estos asuntos fueron tratados por un libro de Gustavo Bueno de vital importancia para nuestros días, Zapatero y el pensamiento Alicia, donde se tritura la política de Zapatero y se ponen en evidencia las claves para interpretar las categorías con las que comenzaba a operar esta nueva izquierda. Bueno, en su impecable análisis de las ideas que estaban en juego, consigue desnudar y enfocar con total nitidez la nueva filosofía que allí se estaba ejercitando.

Hablamos, efectivamente, del krausismo que afecta sin saberlo a los líderes de estas formaciones. Se trata de una filosofía que no es nueva, aunque si en el contexto del siglo XXI español. El krausismo fue el motor de la izquierda española durante la segunda mitad del siglo XIX, y parte del XX, de la mano del Instituto Libre de Enseñanza. Con el desarrollo del siglo XX, y gracias a un horizonte socialista a la vista, fue el marxismo el que ocupó el lugar privilegiado en lo restante del siglo XX, especialmente durante el franquismo donde el Partido Comunista tuvo una importancia notable. El krausismo, que nunca llegó a desaparecer, es confundido por la pereza intelectual propia de la socialdemocracia española con marxismo, anarquismo…de tal manera que la ideología de esta nueva izquierda indefinida es, cuando menos, confusa. Sin embargo, dentro de esa filosofía difusa destaca el krausismo del que, grosso modo, vamos a tratar de dar ciertas claves.

Los ideólogos de la nueva izquierda manejan conceptos tales como humanidad, que se puede entender en nuestro caso como la secularización de la idea de humanidad krausista, esto es, como la continuación de la esencia Dios, tendiente hacia la armonía. Dicha idea supone una historia que mantiene un progreso unidireccional y armónico entre los hombres, no hay razas, no hay pueblos, no hay estados (Imagine there´s no countries…)

Para salvar las diferencias entre los hombres se apuesta por cultivar el espíritu frente al cuerpo, pues es en el ejercicio del espíritu donde se desarrolla el pensamiento, lo más cercano a la esencia divina. El hombre es, para la izquierda de hoy, todo pensamiento y deja de lado sus condiciones materiales, vistas como origen de todas las corrupciones. Sin embargo, el hombre no puede definirse desde el espíritu, es más, no podemos hablar de una idea de hombre sin contar con sus condiciones materiales. ¿¡Dónde ha quedado la izquierda marxista!? Además, el concepto de humanidad manejado en el krausismo se mueve a una escala ontológica y ética que es discontinua de la escala política, esto es, es imposible hacer política con los Derechos Humanos al suponer éstos a un hombre que es todo abstracto en él, que no tiene atributos materiales, que es todo espíritu. Un político ha de utilizar conceptos, si quiere hacer política, que sean válidos a la escala de las naciones, ciudades y estados. En el momento en que el político se sitúa en una posición ajena a esa escala para pasar a hablar de Humanidad, Derechos Humanos, salvar al planeta… entonces deja de hacer política y comienza a divagar. Una divagación que podría tener algún interés, pero que no lo tiene porque parte de presupuestos metafísicos tan extravagantes y superados que, el mero hecho de que se financie con dinero público, es indicativo de la grave  enfermedad que acusa nuestra nación.

El peligro surge de la evidencia de que no todo es armonía, pues encuentran, desde  la nueva izquierda, la existencia efectiva de seres oscuros que suponen un riesgo para esa armonía de todos los pueblos. Con ello logran confirmar la existencia de seres defectuosos, que han de ser convencidos porque viven en el error. Hay quien llega a ver, si se hace desde una posición laxa, una suerte de lucha de clases, pero nada tiene que ver con aquélla. Más bien acusa un grado alto de maniqueísmo, poco más comparte con el marxismo. Es habitual ver a varios intelectuales que no aprecian las diferencias aplicando categorías ora krausistas ora marxistas en sus análisis. Miopía profunda la de éstos, pues mientras en Marx la Historia es un proceso dialéctico, de lucha, en Krause es armónico, no da lugar a la lucha y si la reforma (con la educación).

En definitiva, tenemos que la nueva izquierda no hace política, tampoco filosofía ni ética, la nueva izquierda divaga ¿A qué se dedica, entonces, la nueva izquierda española? Muy sencillo, durante su estancia en el poder el mal a causar será la pérdida de tiempo para España, adormecida en el regazo, si es que vive la UE, de los euros alemanes. Mientras tanto, y en el ejercicio de su maniqueísmo sectario, verán que hay individuos, asociados hoy a la derecha, que bien por determinismo ontológico (la casta, los bancos…) bien por imbecilidad (“los viejos y los analfabetos son los que no nos votan”) van a combatir. Los primeros son elementos a eliminar, errores de la naturaleza. Los segundos son individuos con una lógica confundida, errada, elementos que se pueden purificar mediante la educación.

Diremos, visto lo visto, que aquellos que aún creen que la Nueva izquierda es todo ingenuidad han de despertar pues, aunque no hagan política, se preocuparán de condenarnos, bien al ostracismo bien al adoctrinamiento más severo.

Finalmente y cambiando de plano, concluimos alertando del peligro que supone no hacer política, en tanto que dejamos pasar oportunidades y dejamos que la Historia dé por terminado, acaso para siempre,  lo que fue, es y será nuestro mérito más sonado, el Imperio español. Supone, en conclusión, un ejercicio de responsabilidad plantar batalla allí dónde se encuentren a los nuevos cátaros que han venido a purificarnos.



Daniel Guardiola Corada

1 comentario:

  1. Madre mia...menos mal que a muchos no nos da miedo separar los pies del suelo....que triste vision del hemisferio derecho...triste derecha

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